Sobre la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno existe poca documentación que nos ilustre sobre los detalles de su origen. En el libro de Reglas de la Hermandad de Jesús se recoge en el primer apartado referente a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno que está datada aproximadamente en el año 1778. Su autoría se desconoce, aunque se atribuye, no con absoluta certeza, a la escuela granadina del Siglo XVIII.
En el siglo XVIII trabajaban en Andalucía gran cantidad de imagineros que, como norma general emprendía su aprendizaje en la recién fundada Academia de Bellas Artes. Esto, que podría suponer un dato anecdótico es, sin embargo, el principal problema a la que se enfrentan los historiadores a la hora de atribuir las piezas de este periodo.
El motivo es sencillo: mientras en los siglos XVI y XVII la formación de los artistas se llevaba a cabo en los talleres artísticos imbuídos en el mundo gremial, sin más regla ni norma, artísticamente hablando, que las derivadas del buen oficio, en el siglo XVIII la Academia de Sevilla, siguiendo los pasos de la Real Academia de San Fernando de Madrid, intenta imponer los criterios que configuran el “buen gusto”, que encontraba sus raíces en la objetividad a la hora de copiar las formas del natural, tendiendo a la idealización recuperada del mundo clásico que Antonio Rafael Mengs introdujo en España siguiendo los pasos de su amigo Johann Joachim Winckelmann.
Se da, además, la circunstancia de que es en el siglo XVIII cuando se produce un periodo de democratización de las artes. Es decir, aparecen nuevos clientes con menor poder adquisitivo a los que hay que abastecer. Esto supuso un abaratamiento de los costes de producción, introduciendo nuevos materiales menos nobles pero que ofrecía un resultado bueno y permanente.
Pues aquí se sitúa la imagen del Señor, elaborada su mascarilla con la técnica de los paños encolados. Esta técnica, también presente en ciertas partes de la figura de nustro Simón Cirineo y en el Cristo de la Espiración de la Hermandad del Museo de Sevilla, se podía elaborar siguiendo dos procedimientos:
El primero consiste en la construcción de una estructura de madera a modo de esqueleto sobre el que se colocarían los paños, normalmente arpilleras de lino, empapadas en cola de conejo o cola fuerte. Con estos paños se van abocetando las formas aproximadas al volumen definitivo, para después aplicarle un estuco que le aporte una textura lisa y con el que se construyen los detalles más superficiales. Finalmente, se aplica la capa pictórica o policromía.
El segundo procedimiento consiste en la colocación de los paños encolados o un engrudo de papel, no ahora sobre una estructura rígida como en el procedimiento anterior, sino sobre unos moldes de yeso. Cuando se retira el molde se obtienen unas copias de las partes de la escultura en el material antes citado. Estos moldes se pueden volver a utilizar para reproducir partes destinadas a configurar otras esculturas que no necesariamente estaban hechas de serie. Una vez construida la escultura se le aplica la policromía.
Como puede deducirse, mediante estos procedimientos el escultor ahorraba tiempo y materiales, consiguiendo así abaratar el coste de la escultura.
Según la documentación existente, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno fue intervenida en 1950, proceso en el que el escultor Antonio Infante Reina retiró el original cuerpo de candelero, para sustituirlo por un cuerpo tallado en madera que dotaría a la imagen de mayor naturalidad y movimiento.
La siguiente intervención fue en 1972, fecha en la que el imaginero Luis Álvarez Duarte, por encargo de la Hermandad, sustituye las antiguas manos por otras nuevas realizadas en madera.
Nuestro Padre Jesús Nazareno es una obra escultórica plena de los valores propios del siglo en que fue creada, no perdiendo ni un ápice de interés por el hecho de estar realizada en un material distinto a la madera, sino ganando en autenticidad al estar acorde con las técnicas propias del momento de su creación.
